miércoles, 3 de septiembre de 2014

La Familia Paulina, nacida para la pastoral

La Familia Paulina, nacida para la pastoral




                                                    La Palabra de Dios[1]
En el Evangelio de Juan Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor, el buen pastor expone su vida en favor de las ovejas. El mercenario, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo y abandona las ovejas y huye; y el lobo las arrebata y dispersa, porque es mercenario y no le interesan las ovejas. Yo-Soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como el Padre me conoce yo también conozco al padre; y dispongo mi vida en favor de las ovejas. Tengo también otras ovejas que no son de este redil: es necesario que también a ellas yo las conduzca; y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, bajo un solo pastor” (Jn 10, 11-16).
Jesús se presenta como el Hijo que conoce el amor del Padre y tiene sus mismos deseos: comunicar vida y libertad a sus hermanos. Por eso se propone como el buen pastor, verdadero, en contraposición con el pastor brutal y falso. Al seguirlo, nos convertimos en lo que somos: hijos del Padre y hermanos entre nosotros. Sólo así salimos de las tinieblas y llegamos a la luz de la verdad, que nos hace libres. A una cultura de competencia, rivalidad y violencia, se contrapone una cultura de fraternidad, solidaridad y amor. Y, por fin, una vida bella, digna de ser vivida, desde Dios: felicidad y gracia nos acompañarán todos los días de nuestra vida y habitaremos en la casa de nuestros deseos (cf. Sal 23).
Jesús, el buen pastor nos hace ver que en la práctica aquél a quien tomamos como modelo no es más que un pastor de muerte, cuyo final se da por descontado desde el principio: es la víctima elegida por el propio juego que está jugando, cuando llega un bandido más pernicioso y letal que él. Recordemos que en el capítulo 9 de Juan, nos habla de la luz que el Hijo nos trae y que nos hace abrir los ojos a una realidad nueva y con esta figura del pastor-modelo de Jesús, notamos que Él mismo, nos conduce a una vida nueva.  Este discurso, es una polémica con los jefes del pueblo, que el ciego curado, ha dejado de ver como modelos a seguir. La intención de Jesús es mostrar la diferencia entre su manera de actuar y la de los jefes, pues mientras Él libera, da luz y vida, ellos maltratan, depredan y mantienen esclavizado al rebaño.
Jesús es pastor por su condición de cordero de Dios, que con su mansedumbre vence la violencia de los hermanos. Él nos libera de los jefes que nos tiranizan, por lo demás, con nuestro consentimiento puesto que aceptamos y acatamos su falso modelo y nos reconocemos en ellos, en lugar de considerarlos como enfermos de quienes debemos cuidarnos.


                       PASTORAL EN CONVERSIÓN[2]
No Ignoro que hoy los documentos no despiertan el mismo interés que en otras épocas, y son rápidamente olvidados. No obstante, destaco que lo que trataré de expresar aquí tiene un sentido programático y consecuencias importantes. Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una simple administración. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un estado permanente de misión.
Pablo VI invitó a ampliar el llamado a la renovación, para expresar con fuerza que no se dirige sólo a los individuos aislados, sino a la Iglesia entera. Recordemos este memorable texto que no ha perdido su fuerza interpelante: “La Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio. De esta iluminada y operante conciencia brota un espontáneo deseo de comparar la imagen ideal de la Iglesia – tal como Cristo la vio, la quiso y la amó como Esposa suya santa e inmaculada (cf. Ef 5,27) y el rostro real que hoy la Iglesia presenta. Brota, por lo tanto, un anhelo generoso y casi impaciente  de renovación, es decir, de enmienda de los defectos que denuncia y refleja la conciencia, a modo de examen interior, frente al espejo del modelo que Cristo nos dejó de sí.
El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura de una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo: “Toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación. Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena, tiene siempre necesidad.
Hay estructuras eclesiales que pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga. Sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin fidelidad de la iglesia a la propia vocación, cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo.
Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la auto preservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad. Como decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía, “Toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial”.

   III.               Palabra    del   Fundador[3]
El carisma paulino pensado largo tiempo por el P. Alberione, con la progresiva iluminación del Espíritu y las necesarias aprobaciones de la Iglesia, se componen de: a) una espiritualidad común; b) un conjunto de apostolados convergentes, c) diversos estados de vida (religioso consagrado sacerdote, religioso consagrado laico, religiosa, laicas y laicos consagrados en la secularidad, cooperadores).
El conjunto de las fundaciones lo describe el P. Alberione como la inmensa parroquia paulina: “Estas instituciones vienen a ser la parte directiva al igual que en una gran parroquia, donde tenemos al párroco, los coadjutores, la Acción Católica, el grupo de catequistas, de cine, de prensa; los encargados de las actividades en favor de los jóvenes, de los hombres, de los artistas; en favor de los enfermos, las vocaciones, el canto sagrado, la acción política y social, la beneficencia, la conversión de los hermanos separados, de los ateos, de los paganos, etc.” (UPS I; 381). “La inmensa parroquia paulina tiene como límites los confines del mundo y como rebaño tanto a quienes están en el redil como a quien se quiere llevar al redil” (UPS I, 382).
El P. Alberione llegó a deducir que el común denominador para toda la Familia Paulina era la Pastoral, sintetizada en la expresión salvar almas. “Que este haya sido siempre el pensamiento y el fin pastoral de nuestro apostolado, se deriva también de que la Familia Paulina hay un Instituto llamado de Jesús Buen Pastor, compuesto por las humildes cooperadoras del celo pastoral” (UPS I, 427).
“La característica de la Familia Paulina está precisamente en tener un espíritu pastoral, es decir, ayudar a las almas, sentir el apostolado y dirigirlo a la salvación de las almas, dirigirlo a hacer cada vez más hermosa la Iglesia, servirla cada vez mejor y por tanto cooperar con ella a la salvación de las almas, a la edificación del cuerpo Místico de Jesucristo que es la Iglesia, para que sea aplicada la redención”[4].
“Toda la Familia Paulina está ordenada a la pastoral: quién en una parte, quien en otra. El espíritu de san Pablo, especialmente para las lecturas, por tanto los libros, los periódicos, la difusión de la Biblia, etc.”[5].



  LA FAMILIA PAULINA, NACIDA PARA LA PASTORAL

Al hablar de pastoral inmediatamente viene a la memoria la ardua tarea que el P. Santiago Alberione desarrolla, ya que desde que es ordenado sacerdote se comprometió personalmente con la sociedad y con la Iglesia, involucrando a hombres y mujeres de su fundación a seguir su obra en la actividad pastoral y docente.
Recordando los inicios de su actividad misionera, luego que el P. Santiago Alberione recibe la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1907, constatamos que sigue una breve pero decisiva experiencia pastoral en Narzole (Cúneo), como vicepárroco (vicario). Allí encuentra al jovencito José Giaccardo, que para él será lo que fue Timoteo para el apóstol Pablo, es con él con quien dará inicio a la fundación de la Sociedad San Pablo en 1914. Y también allí, el P. Alberione madura la comprensión de lo que puede hacer la mujer implicada en el apostolado (pastoral). Posteriormente, la primera mujer que sigue al P. Alberione es una muchacha veinteañera de Castagnito (Cúneo): Teresa Merlo. Con su aporte, Alberione da comienzo a la Congregación de las Hijas de San Pablo (1915), iniciando así las dos primeras ramas de lo que sería la Familia Paulina.
En el seminario de Alba desempeña el cargo de Padre espiritual de los seminaristas mayores y menores, da clases de varias asignaturas y colabora en la predicación, catequesis y conferencias en diversas parroquias de la diócesis.
Siempre atento a las necesidades urgentes de la sociedad y de la Iglesia, dedica mucho tiempo al estudio sobre la situación de la sociedad civil y eclesial de su tiempo y sobre las nuevas necesidades que se entrevén.
Esta relación directa con la pastoral, practicada en primera persona, dará un giro inesperado centrado al principio en la buena prensa, será teorizado y desarrollado sucesivamente mediante los diversos medios de comunicación social. No obstante, hay una intención de fondo y una firme voluntad de llegar al mayor número posible de almas de la mejor manera y con la mayor integridad. Esta intención se puede expresar para toda la Familia Paulina, como carisma pastoral.
El P. Santiago Alberione se da cuenta que las personas frecuentan poco la Iglesia y queriendo dar una respuesta efectiva, comprende que el Señor le guía a una misión nueva: predicar el Evangelio a todos los pueblos, en el espíritu del apóstol Pablo y se convence de que solo utilizando los nuevos medios, logrará llegar a las personas por eso se lanza a la evangelización del mundo utilizando los medios de comunicación social dándoles así una función pastoral.
Pero para que una misión perdure es necesario un carisma y asegurar una continuidad, por ello debe ser asumida por personas consagradas, pues decía: las obras de Dios se hacen con los hombres de Dios y en este contexto da origen a la Familia Paulina.
El P. Alberione se inspira en la familia humana compuesta de hermanos y hermanas. 
Empieza su obra y lentamente la Familia se desarrolla, las vocaciones masculinas y femeninas aumentan, sigue desarrollando una intensa actividad sacerdotal y funda así la admirable Familia Paulina, compuesta de 5 Congregaciones religiosas, 1 Asociación de Cooperadores laicos con promesa, en 1917 y da origen a 4 Institutos seculares.
Podemos afirmar que la primera fase de la vida del P. Alberione, estuvo caracterizada por la pastoral parroquial en contacto directo con los fieles. Efectivamente, fue después de sus primeras experiencias pastorales en algunas zonas de la diócesis de Alba y como formador de clérigos en el seminario cuando el joven sacerdote decidió escribir Apuntes de teología pastoral (ATP) obra que nos ayudará a comprender más fácilmente los factores esenciales de su carisma.

El apostolado o actividad pastoral se delinea y toma forma.
El Señor ha querido a la Familia Paulina para dar a conocer a Jesucristo, su doctrina, su moral, sus medios de salvación y de gracia, a los hombres de nuestro tiempo con los medios de nuestro tiempo (SP marzo 1969).
La preocupación y el empeño del P. Santiago Alberione ha sido el buscar hacer llegar a Cristo Maestro Camino, Verdad y Vida al corazón de los hombres, a la sociedad y al mundo.
En Cristo y en la Iglesia se encuentran el camino, la verdad y la vida para el individuo y para la sociedad; para el tiempo y para la eternidad (Sp marzo 1950).
Para la Familia Paulina, la  tarea pastoral tiene como meta principal que toda persona, cualquiera sea su condición, alcance la plenitud de vida a través de la persona de Jesucristo. Todos tenemos que alcanzar esa meta (Efesios 4:13). Y constatamos que: para que nuestro acompañamiento pastoral sea eficiente es necesario que conozcamos con exactitud la situación de la persona hacia la cual se dirige nuestra acción pastoral. Ahora bien, este conocimiento resulta complicado por dos razones: primero, por la complejidad de la personalidad humana; segundo, porque el ser humano es tan dinámico que jamás llegamos a conocer a una persona en su real dimensión. Sin embargo, es posible alcanzar un mínimo de conocimiento que nos permita ejercer el ministerio pastoral con eficacia. Por otro lado, en esta tarea no estamos solos, trabajamos en el nombre de Dios y Él nos asiste con su gracia, con su Espíritu y esto debemos tenerlo siempre en cuenta.
Todo lo anterior es muy importante para poder realizar una tarea eficaz y de calidad hacia el otro. Sin embargo, es necesario colocarnos nosotros mismos como sujetos de la pastoral para que ésta se pueda realizar de esa manera.  Difícilmente podemos comprender a otras personas si nosotros no hemos alcanzado una exacta comprensión de nosotros mismos. El refrán griego: conócete a ti mismo refleja el interés del hombre por llegar a alcanzar un conocimiento pleno de sí mismo.
Conocernos a nosotros mismos, requiere de una serie de mecanismos conscientes e inconscientes que nos permitan autoanalizarnos y llegar a saber quiénes somos realmente. Para ello es necesario controlar nuestras emociones, tales como: el temor, la ira, el sentimiento de culpa, los conflictos, los complejos, etc. Asimismo, experimentar en nuestras vidas el amor de Dios, el amor cristiano, el amor al prójimo y la reconciliación, el perdón. De esa manera, nuestra autoestima estará al tope, la que nos permitirá ejercer la tarea pastoral con gozo y alegría, con eficiencia y calidad (Colosenses 3:23-24).
Como Familia Paulina no tenemos otro objetivo más que el de realizar la actividad pastoral que se nos ha encomendado.

      V.                                                                         Oración por los 100 años de Familia Paulina

Santísima Trinidad,
que haces brillar en nosotros tu luz divina,
acepta nuestra gozosa alabanza y bendición,
por los primeros cien años de vida de nuestra Familia Paulina.
Te damos gracias, Padre lleno de ternura,
por la rica efusión de gracia que has derramado sobre nuestra Familia
en estos años de servicio a la Iglesia;
por los prodigios de santidad apostólica que has realizado
en el beato Alberione, nuestro Fundador, en el beato Giaccardo,
en la Maestra Tecla, en la Madre Escolástica,
y en tantos hermanos y hermanas de la “admirable Familia Paulina”;
Te damos gracias por todas las iniciativas que, en los diversos sectores apostólicos,
mediante las riquezas de la comunicación,
han contribuido, Padre, a dar a conocer y adorar tu Nombre
y a manifestar tu Gloria.
Humildemente te pedimos perdón, Divino Maestro, Pastor bueno,
porque no siempre hemos respondido con generosidad
a las exigencias de nuestra misión;
porque no hemos dedicado suficiente tiempo y atención
al conocimiento de tu Palabra y a la profundización de nuestro carisma;
por haber confiado más en nuestras capacidades y recursos
que en el don de tu infinita misericordia.
Te suplicamos, Espíritu Santo Consolador,
por intercesión de María, Reina de los Apóstoles,
que llenes de dinámica sabiduría a quienes has puesto como guías,
para que sepan discernir con claridad
los caminos por donde quieres conducir a nuestra Familia;
llénanos de tu aliento de vida, como en un nuevo Pentecostés;
haznos capaces de nueva profecía
para que realicemos plenamente el sueño de nuestro Beato Fundador:
vivir de Jesucristo y darlo – como Camino, Verdad y Vida 
a los hombres y mujeres de nuestro tiempo,
y ser “Pablo vivo hoy” en la Iglesia de Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo...


Sagrada Biblia
ALBERIONE Santiago, Ut perfectus sit homo Dei, San Pablo, Roma 1998.
SASSI Silvio, El Carisma Paulino es Pastoral. Carta anual del Superior General, Roma 2013.
FAUSTI Silvano, Una comunidad lee el evangelio de Juan, San Pablo, Colombia 2008.

tomado de putas para retiro San Pablo Mx


[1] Cf. FAUSTI Silvano, Una comunidad lee el evangelio de Juan, San Pablo, Colombia 2008, 278-283.
[2] LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO – Exhortación Apostólica del Santo Padre Francisco. Ns.25, 26 y 27.
[3] SASSI Silvio, El Carisma Paulino es Pastoral. Carta anual del Superior General, Roma 2013, 6-7.
[4] A las Pías Discípulas del Divino Maestro 1961, PDDM-Casa General, Roma 1987, n. 137.
[5] A las Hermanas de Jesús Buen Pastor 1963, HJBP-Casa General, Roma 1984, n. 400.

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