domingo, 10 de agosto de 2014

Vigilia del Centenario de fundación de la Familia Paulina




Vela de oración en la vigilia del Centenario de fundación de la Familia Paulina

Guía. En la vigilia del primer centenario de fundación de la Sociedad de San Pablo, primicia de las instituciones de la Familia Paulina, nos presentamos a Jesús Maestro con afectos de reconocimiento, de comunión entre nosotros que compartimos los sentimientos de compasión por la humanidad y el deseo de ser los nuevos apóstoles para los nuevos tiempos, tal como el beato Alberione anhelaba a comienzos del siglo XX.

Canto inicial: Himno a Jesús Maestro

Oremos.
Señor, que muestras tu omnipotencia especialmente perdonando y prodigando bondad, multiplica en nosotros tu misericordia, para hacer partícipes de los bienes celestiales a cuantos esperan en tus  promesas. Por nuestro Señor Jesucristo…

Guía. En nuestra vida paulina tenemos fija la mirada en Jesús, a ejemplo de tantos testimonios que nos han precedido y han abierto nuevas sendas para la evangelización.

ESCUCHA DE LA PALABRA

De la carta a los Hebreos (13,7-9)
Acordaos de aquellos dirigentes vuestros que os expusieron la palabra de Dios, y, teniendo presente cómo acabaron su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer y será el mismo siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas, lo importante es robustecerse interiormente por gracia y no con prescripciones que de nada valieron a quienes las observaban.
Palabra de Dios...

Salmo 14
1 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
2 —El que procede honradamente
y practica la justicia,
  el que tiene intenciones leales
3           y no calumnia con su lengua,
  el que no hace mal a su prójimo
   ni difama al vecino,
4 el que considera despreciable al impío
   y honra a los que temen al Señor,
  el que no retracta lo que juró
   aun en daño propio,
5 el que no presta dinero a usura
   ni acepta soborno contra el inocente.
6 El que así obra nunca fallará.


Versículo aleluyático
¡Aleluya!
Id por el mundo entero proclamando el Evangelio a toda la humanidad.
¡Aleluya!

Guía. Con renovado empuje acojamos el mandato misionero dado por el Hijo de Dios. Él nos quiere asociados a su misión y nos envía a las personas de nuestro tiempo en los cinco continentes.

Del evangelio según Mateo (28,16-20)
Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verle, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ello, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del Señor...

Pausa de silencio

Guía: Con memoria agradecida y atenta, recorramos, junto al beato Alberione, algunas efemérides importantes. Vamos a dejarnos guiar por sus mismas palabras.

El P. Santiago Alberione en «Gazzetta d’Alba», 20 de agosto de 1914-1954:

          El 20 de agosto de 1914 con una hora de adoración al Santísimo Sacramento y la bendición de la minúscula tipografía se comenzaba la Familia Paulina, bajo el título de «Escuela Tipográfica Pequeño Obrero». Pocos locales, pocos jóvenes, pequeña capilla. La preparación había sido larga a la espera de que en la luz de Dios cada cosa se aclarase y concretase, y que la divina Providencia dispusiera los medios. Siempre caminaron naturaleza y gracia en una acción tan sabiamente y suavemente combinada por el Señor que a menudo no se podía distinguir entre las dos partes. Conocimiento de cosas y de personas, luz divina, consejo del Director espiritual, consentimiento y estímulo del Obispo.
          La Iglesia dedica este día a la memoria de san Bernardo, doctor. Este hombre había dominado su siglo político y religioso; había sabido conciliar la más alta contemplación con el más movimentado apostolado; fue escritor melifluo y audaz hasta hacerse notar por los poderosos de la tierra y ser maestro del Papa. Era, pues, un nombre de buen auspicio para el programa que se debía desarrollar. Poco después de la función llegaba a Alba la noticia: «¡Murió el Papa Pío X!». Persuadidos de que se trataba de la muerte de un auténtico gran santo, cuya exaltación llegaría algún día, nuestra pequeña iniciativa quedaba puesta también bajo su protección. El pontificado-de Pío X había sido milagroso, desde la elección a la inmolación. Al día siguiente, la «Gazzetta d’Alba», se hacía eco de tal confiada convicción, si bien en términos un poco genéricos.
          El sensato y recto obispo, José Francisco Re, que por tantos años gobernó la Iglesia albesa, tomó en brazos, si cabe expresarse así, la pequeña obra, durante muchos años; hasta que en 1927, gracias a sus cartas e informes, recibió la aprobación canónica de Roma. Fue el obispo providencial. El clero albés, casi en su totalidad, vio con simpatía la iniciativa, animándola, enviando buenas vocaciones y abundante ayuda en dinero. Es de justicia recordar a los vicarios foráneos de entonces, a muchos otros párrocos, óptimos sacerdotes y cooperadores seglares: entre todos ellos sobresale el piadoso y docto canónigo Francisco Chiesa. La Familia Paulina les expresa su reconocimiento, y a todos les hace partícipes del fruto de las 2400 santas Misas aplicadas cada año por los bienhechores.
          El más vivo agradecimiento va a Jesús, Maestro divino, en su Sacramento de luz y de amor; a la Regina Apostolorum, Madre nuestra y de todo apostolado; a san Pablo apóstol, que es el verdadero fundador de la Institución. En efecto, él es el padre, maestro, ejemplar y protector. Él se ha constituido esta familia con una intervención tan palpable y espiritual que ni siquiera ahora, reflexionando, es posible entenderla bien, y tanto menos explicarla. Todo es suyo. De él, el más completo intérprete del Maestro divino, que aplicó el Evangelio a las naciones llamándolas a Cristo. De él, cuya presencia es vivísima y sustancial en la teología, en la moral, en la organización de la Iglesia, en la adaptabilidad del apostolado y de sus medios a los tiempos; y tal seguirá siendo hasta el final de los siglos. Todo lo movió, todo lo iluminó, todo lo nutrió; fue el guía, el ecónomo, la defensa, el sostén en todas las partes donde la Familia Paulina se ha establecido. Bien se merecía la primera iglesia y la hermosa “gloria” que lo presenta en su apostolado y en su paternidad respecto a los paulinos.
          No ha sucedido como cuando se elige un protector para una persona o institución. No es que lo hayamos elegido nosotros; fue, en cambio, él, san Pablo, quien nos eligió a nosotros. La Familia Paulina debe ser san Pablo viviente hoy, según la mente del Maestro divino, obrando bajo la mirada y con la gracia de María Regina Apostolorum.
          Llegada esta hora –el cuadragésimo año–, acercándose el gran momento del rendimiento de cuentas, me veo pensativo y humillado por cuanto el Señor aguardaba y que no se ha hecho. ¿Podrá extrañar a alguien esta expresión? No debería ser así. La divina Bondad ha acumulado tal riqueza de gracias y ha abierto caminos tan amplios en la Familia Paulina que ésta puede y debe hacer mucho más.
          Gracia principal: sacerdotes dignísimos por inteligencia, entrega y fidelidad; discípulos que se lanzan a nuevas iniciativas; religiosas –Hijas de San Pablo, Pías Discípulas, Pastorcitas– llenas de celo y activas en tantas direcciones.
          Y sin embargo cada uno de nosotros debe caminar hasta el límite de las fuerzas; hasta poder decir “consummatum est”. Se obtendrá mucho, a medida de la santidad de cada cual.
          Por eso hemos de repetir a menudo el Magníficat y el Gloria in excelsis Deo.
(Cfr. San Paolo, julio-agosto 1954, en CISP, pp. 146-149).

Momento de silencio


            En 1914, comienzo de la Familia Paulina, almas generosas y concienciadas de lo que debía hacerse, ofrecieron su vida, y el Señor se la aceptó. Jovencitos y jovencitas que, con buena orientación, vivieron de fe y entrega; en parte siguen viviendo y trabajando aún bien; y de entre los que llegaron ya al premio, recuerdo aquí al P. Giaccardo (primer Vicario) y a la Hna. Tecla Merlo (Primera Maestra). Dios ha hecho cuanto quería que se hiciera; no obstante haber sido yo inútil siervo, en vez de ser constructor.
          Pensamiento-guía: la acción se alimenta en la oración.
          Principios directivos son: el espíritu pastoral, el apostolado litúrgico, los medios de comunicación social para dar el mensaje de la salvación. Siéntanse todos servidores de la Iglesia según nuestro voto de fidelidad al Papa.
          Respecto a mi pobre persona: el Señor, también en esto, ha seguido su estilo, que es divino: «Lo necio del mundo se lo escogió Dios para humillar a los sabios; y lo débil, lo plebeyo, lo despreciado, se lo escogió Dios: lo que no existe, para anular a lo que existe, de modo que ningún mortal pueda enorgullecerse ante Dios» (cfr. 1Cor 1, 27-29).
(Cfr. San Paolo, n. 3, marzo-abril 1964, en CISP, pp. 539-540).


P. Santiago Alberione, homilía en el cincuentenario de fundación

          La fecha del 20 de agosto de 1914, según las noticias que recibo, se recuerda en todas las Casas con funciones solemnes, demostraciones, exposiciones, inauguraciones, etc. Pero sobre todo con preparación y jornadas de oración: de agradecimiento, de alabanza a Dios y de propósitos para la vida paulina y el apostolado.
          ¡Cincuentenario! Cabe compararlo al exordio de un discurso; es la pauta anunciada; ahora el desarrollo con seguridad. Se han puesto los raíles en las Constituciones, y han sido probadas y consolidadas experiencialmente. El viaje en el tiempo será feliz si el Instituto en su conjunto, y cada uno de los religiosos, se moverán siempre sobre los raíles: humildad y fe.
          En Jesús Maestro, Camino y Verdad y Vida; la protección de María Regina Apostolorum; el ejemplo de san Pablo, quien más que todos los Apóstoles usó el medio técnico, sus cartas, unido al de la palabra.
          Vivir en pleno y habitual júbilo la vida religiosa, que preludia a los gozos eternos.
          Nuestra vida, tanto para cada uno como para el Instituto, es una historia continuada de gracias: gracia sobre gracia. Vida religiosa para santificación y espiritualidad en Cristo; apostolado acorde con las necesidades de los tiempos; siempre más esplendoroso el horizonte del cielo, si tendemos siempre a la perfección.
          Recuerdo a todos que las obras de Dios se hacen con los hombres de Dios.
(De San Paolo, N. 6, julio-agosto 1964, en CISP p. 207 e 210).

Momento de silencio

Guía. Después de haber escuchado las "maravillas" que el Espíritu ha obrado en nuestro beato Fundador, con el ímpetu mismo de María elevemos su Cántico de alabanza.

Canto del Magníficat.

Guía. Oremos por nosotros y por cada hermana y hermano de la Familia Paulina. Presentemos al Señor las necesidades de los apóstoles del siglo XXI y de los destinatarios del anuncio. Digamos (o cantemos): « Haznos conocer tus caminos, Señor (o algún otro estribillo adecuado).

«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la tiniebla, tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12). Te seguimos, Maestro y Pastor, en la palabra del Papa y de la Iglesia. Haznos hijos dóciles y eficaces anunciadores según tu palabra: «Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en lo alto de un monte» (Mt 5,14). Oremos (o cantemos). «

«Para mí vivir es Cristo y morir ganancia» (Flp 1,21). Danos el corazón de Pablo: intrépido, creativo, lanzado al anuncio para que tu verdad sea conocida hasta los confines de la tierra, y haznos llegar a ser semejantes a ti (Gál 4,19), Hijo y Apóstol del Padre. Oremos (o cantemos). «

«Si quieres ser perfecto…» (Mt 19,21). Maestro y Señor, mira con bondad a los jóvenes y a las jóvenes que buscan su camino en la vida. Enséñales la «necesidad de orar siempre y no desanimarse» (Lc 18,1) para que meditando tus palabras y escuchando tu voz hallen en ti el gozo de darse a los demás, llevando tu Espíritu en el propio cuerpo (cfr. 1Cor 6,20). Te rogamos en particular por las vocaciones que quieres dar a la Familia Paulina. Oremos (o cantemos). «

Te damos gracias por las abundantes riquezas que has sembrado en nosotros, en la Iglesia y en el mundo a lo largo de estos cien años de vida apostólica de la Familia Paulina. Concédenos ser un solo cuerpo y un solo espíritu en ti para dar a conocer con eficacia y espíritu pastoral tu multiforme sabiduría a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo con los lenguajes de nuestro tiempo. Oremos (o cantemos). «

Hoy miramos al futuro, nos lanzamos adelante en el espíritu del apóstol Pablo. Te pedimos amarte con toda nuestra mente, con todo nuestro corazón y toda nuestra voluntad para llegar al «vivit vero in me Christus», meta y premio del hombre de Dios completo y bien preparado para toda obra buena. Oremos (o cantemos). «

Te pedimos por los hermanos y hermanas que llamaste ya al descanso eterno tras haber trabajado en la obra paulina de la evangelización. Dales el premio prometido a los buenos apóstoles, concédeles tu luz eterna. Oremos (o cantemos). «

(Espacio para intervenciones espontáneas).

Padre nuestro…

Guía. Renovemos la invocación que el beato Alberione entregó a los primeros muchachos en Alba. Renovemos nuestra confianza en el Maestro que nos llama a la santidad en el anuncio del Evangelio con los lenguajes más actuales de la comunicación.

Canto del Pacto

Oración conclusiva

Acto de encomienda a san Pablo
Te damos gracias y te alabamos, Padre santo, por haber inspirado a tu siervo, el beato Santiago Alberione, darnos a nosotros, sus hijos e hijas, al apóstol Pablo como padre, modelo y protector.
Tú lo escogiste y elegiste para que anunciara a todos los pueblos de la tierra el Evangelio de la salvación, que es tu Hijo crucificado y resucitado. Para ello le colmaste de dones y de carismas y encendiste en él la llama viva de tu amor, que le empujó a hacerse todo a todos, gastándose y desgastándose sin medida con la palabra y los escritos al fin de ganar para Cristo el mayor número de hermanos.
Míranos, oh Padre, ahora cuando, en el primer centenario de fundación de nuestra Familia religiosa, advertimos la invitación apremiante de tu Espíritu a agradecerte las abundantes riquezas de tu gracia y a lanzarnos con renovada decisión tras las huellas de tu Apóstol.
Enraízanos, como él, en el amor de tu Hijo para aprender a vivir de Él, por Él, en Él. Vence nuestras resistencias y miedos y danos el corazón de Pablo para que, consagrados al apostolado, hagamos todo lo posible por que ningún hombre de nuestro tiempo quede privado de la gracia del Evangelio.
A ti, Apóstol de Cristo Señor, nos encomendamos en esta hora solemne con plena confianza y en tus manos ponemos nuestros deseos y nuestros proyectos.
Guíanos, protégenos, inspíranos, corrígenos, mantennos unidos contigo al Señor nuestro Jesucristo para que también nosotros aprendamos a vivir en honor, alabanza y gloria del Padre, por medio del Hijo, en la gracia del Espíritu Santo. AMÉN.


Canto Scio cui crédidi

lunes, 4 de agosto de 2014

Algunos pensamientos de Santiago Alberione sobre la Biblia






La biblia es el centro de nuestra misión; utilicemos  todos los medios para que llegue a todos los hogares y a cada persona
                                                                              Beato  Santiago alberione



Rezar con la biblia es el mejor modo de comunicarse con dios.
                                                                                          Beato  Santiago alberione         



Leer la biblia todos los días
Es muy hermoso si una persona se propone leer la biblia y escoge un capitulo para cada día: no mucho, pero con calma, profundizando bien. La Biblia debe ser leída por todos nosotros sus hijos e hijas. Si el padre celestial nos escribe, hay que mostrar que lo amamos que lo respetamos. Si una hija no leyera la carta que el buen padre le dirige, ¿Qué se puede pensar de ella?.
Debemos tener un gran respeto por el Evangelio como lo tiene la iglesia que nos hace trazar el signo de la cruz en la boca antes de leerlo, para que nuestros labios confiesen el Evangelio y se abran para anunciarlo; en la frente, para que nuestra mente se doblegue dócilmente a las enseñanzas del Maestro;  y en el pecho, parta que nuestra voluntad sea fortificada por los ejemplos del Maestro Jesús, y nuestro corazón se encienda. 

                                                                                                                                   Santiago Alberione

SANTIAGO ALBERIONE Y EL APOSTOLADO BÍBLICO.

                                 



                                  SANTIAGO ALBERIONE Y EL APOSTOLADO BÍBLICO.




El Padre Santiago Alberione fue un gran apasionado de la Biblia. El apostolado bíblico era el vértice de sus pensamientos y proyectos, convencido como estaba de haber recibido una especial vocación con miras a la Palabra, cuyo primer “editor” es Dios mismo.

Esta pasión por la Biblia se manifiesta ya en los primeros años de su vida sacerdotal. Era agosto de 1907 cuando organizó en la catedral de Alba “tres jornadas dominicales de la Biblia, explicándola en forma catequística” (Abundantes divitiæ, 138). Era una iniciativa de importancia histórica, si se tiene en cuenta el cuadro sociorreligioso evocado por el propio Alberione en la historia carismática de la Familia Paulina: “Por entonces tan solo algunas personas, y raramente, leían el Evangelio; como asimismo se frecuentaba poco la Comunión. Existía una especie de persuasión de que no se podía dar al pueblo el Evangelio, y mucho menos la Biblia...” (AD 139).
La Obra de la Biblia es resueltamente la primera en las intenciones del Fundador y también la más cuidada. Tenía un gran sueño: el Evangelio en cada familia. Y los sueños el Padre Alberione no los abandonaba nunca. Era tozudo e iba hasta el final, importunaba al cielo y a todos sus habitantes –Trinidad Santa, María Reina de los Apóstoles, san Pablo y demás santos– para que los sueños se hicieran realidad: 40.000 ejemplares del Evangelio en la tercera edición de 1923. Mucho se empeñaron la Unión Cooperadores y Vida pastoral en publicitar la iniciativa y buscar ofertas “para dar el Evangelio o al menos disminuir el costo”.

El 1924, año decenal de la fundación, se coronó con el nacimiento de la Sociedad Bíblica. El estatuto, aprobado por monseñor Francisco Re y publicado en Unión Coopera­dores del 15 de febrero de 1924, presenta ya claramente los tres pilares sobre los que se articula la obra bíblica de la Familia Paulina: socios, ediciones, campañas promocionales. Me limito a recordar lo concerniente a los socios: se comprometen en primer lugar a rezar, ofreciendo por el apostolado bíblico al menos una comunión por semana… Esta especie de comercio espiritual da que pensar: el Fundador ciertamente no despreciaba las ofertas de tiempo y dinero, y apuntaba mucho a la organización, pero todo lo basaba en la oración.
En 1933 se constituye la Liga para la lectura diaria del Evangelio: un acontecimiento pastoral notable para aquellos tiempos en que la proclamación del Evangelio en ámbito litúrgico se hacía en latín y al pueblo se le educaba a las devociones más que a la escucha de la Palabra. La Biblia se veía lejana y con recelo: “Era casi exclusiva de los no católicos”, anota el Padre Santiago Alberione (Abundantes divitiæ, 139). Y él, como auténtico hombre de Dios, en la humildad y el silencio, abre nuevos caminos, ensancha los horizontes e invita a leer cotidianamente la sagrada Escritura.
El 14 de octubre de 1960 Juan XXIII aprueba la Sociedad Bíblica Católica Internacional (Sobicain) que pretende promover la formación bíblica mediante cursos, semanas de estudio, encuentros. En la misma perspectiva se colocaba el centro Ut unum sint, dirigido por las Hijas de San Pablo, en eficiencia desde 1960 con unos 15.000 inscritos al año. Gran tarea, pues, de la Familia Paulina a favor del conocimiento y difusión de la Biblia.

Pero, ¿cómo leía la Biblia el Padre Alberione? Él, tan preocupado por editarla, difundirla y darla a conocer, ¿cómo se acercaba al texto sacro? Habría que penetrar su coloquio íntimo en la clase del Maestro, cuatro horas al día. Rezuma de Biblia toda su enseñanza, pues de Biblia nutría su oración. No raramente en sus pláticas e instrucciones resuenan citas explícitas, las más de las veces en latín, según el texto de la Vulgata que le era familiar. Pero son inmensamente más las alusiones y las referencias implícitas al sagrado texto, porque este hombre de Dios tenía la Biblia tan bien masticada y metabolizada que constituía la vida de su vida, alimento de sus pensamientos, combustible de sus afectos. Se dejó compenetrar de la Palabra de Dios como por espada de dos filos (cf. Hb 4, 12), captó el gran horizonte histórico salvífico de la Biblia y la perspectiva cristológica que la surca. En la escuela de san Pablo descubrió la llave hermenéutica que abre el sentido último de las Escrituras: Cristo. De él hablan en efecto Moisés y los Profetas (cf. Lc 24, 27), él es el amén de Dios a todas sus promesas.

Consiguientemente el Padre Alberione encuentra en la Biblia toda la Verdad, encuentra el Camino y la pedagogía, encuentra la plenitud de la Vida, o sea a Cristo. De aquí su creciente pasión comunicativa: Evangelium, Evangelium… No como un libro para hermosear la biblioteca, sino como libro para tomarlo en la mano, leer, orar y meditar; lámpara y brújula en el camino de la vida.
En las paredes de los locales donde sus hijos trabajaban para imprimir la Biblia se desgranaban frases sacadas particularmente de los Evangelios y de las cartas de Pablo. El texto sacro legible también en el lugar de trabajo debía contribuir a una constante familiaridad con la palabra del divino Maestro y a reavivar el espíritu apostólico.

Como auténtico enamorado de la Biblia, Santiago Alberione se preocupó de nutrir con este pan divino la vida espiritual y apostólica de sus hermanos. La invitación de Jesús "Venid todos a mí", leída en la puertecita del Sagrario de la catedral albesa en la luminosa noche carismática del 1900, le acompañó como una irresistible llamada: "Venid todos a mi escuela", nutríos de Evangelio.

Proponía un culto litúrgico de la Biblia, análogo al de la Eucaristía. “Es preciso tratar el Evangelio con veneración”, repetía. Y “sobre todo vivirlo en la mente, en el corazón y en las obras” (Abundantes divitiæ, 142). Animaba a los fieles a manifestar la propia adhesión mediante un formulario en línea con las promesas bautismales: “Prometemos leer un paso de tu Evangelio cada día en nuestras familias, y vivir según tu enseñanza”.


La conexión del beato Santiago Alberione con la Biblia es el trinomio Camino, Verdad y Vida. Lectura sapiencial que involucra la persona entera: mente, voluntad y corazón. Una Biblia que debe dar forma a la cultura, el arte, la ética, el culto, la vida social y política. En fin, una Biblia que pueda aún fermentar los sueños, las esperanzas y la historia del pueblo de Dios.