Vela de
oración en la vigilia del Centenario de fundación de la Familia Paulina
Guía. En la
vigilia del primer centenario de fundación de la Sociedad de San Pablo,
primicia de las instituciones de la Familia Paulina, nos presentamos a Jesús
Maestro con afectos de reconocimiento, de comunión entre nosotros que
compartimos los sentimientos de compasión por la humanidad y el deseo de ser
los nuevos apóstoles para los nuevos tiempos, tal como el beato Alberione
anhelaba a comienzos del siglo XX.
Canto inicial: Himno a Jesús
Maestro
Oremos.
Señor, que
muestras tu omnipotencia especialmente perdonando y prodigando bondad,
multiplica en nosotros tu misericordia, para hacer partícipes de los bienes
celestiales a cuantos esperan en tus
promesas. Por nuestro Señor Jesucristo…
Guía. En nuestra
vida paulina tenemos fija la mirada en Jesús, a ejemplo de tantos testimonios
que nos han precedido y han abierto nuevas sendas para la evangelización.
ESCUCHA DE LA PALABRA
De la carta
a los Hebreos (13,7-9)
Acordaos de
aquellos dirigentes vuestros que os expusieron la palabra de Dios, y, teniendo presente
cómo acabaron su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer y será
el mismo siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas,
lo importante es robustecerse interiormente por gracia y no con prescripciones
que de nada valieron a quienes las observaban.
Palabra de
Dios...
Salmo 14
1 Señor, ¿quién puede hospedarse en tu
tienda
y habitar en tu monte santo?
2 —El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
3 y no calumnia con su lengua,
el
que no hace mal a su prójimo
ni
difama al vecino,
4 el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
5 el que no presta dinero a usura
ni
acepta soborno contra el inocente.
6 El que así obra nunca fallará.
Versículo
aleluyático
¡Aleluya!
Id por el
mundo entero proclamando el Evangelio a toda la humanidad.
¡Aleluya!
Guía. Con
renovado empuje acojamos el mandato misionero dado por el Hijo de Dios. Él nos
quiere asociados a su misión y nos envía a las personas de nuestro tiempo en
los cinco continentes.
Del
evangelio según Mateo (28,16-20)
Los once
discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al
verle, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ello, Jesús les
dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced
discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed
que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del
Señor...
Pausa de silencio
Guía: Con memoria agradecida y
atenta, recorramos, junto al beato Alberione, algunas efemérides importantes.
Vamos a dejarnos guiar por sus mismas palabras.
El P.
Santiago Alberione en «Gazzetta d’Alba», 20 de agosto de 1914-1954:
El 20 de agosto de 1914 con una hora
de adoración al Santísimo Sacramento y la bendición de la minúscula tipografía
se comenzaba la Familia Paulina, bajo el título de «Escuela Tipográfica Pequeño
Obrero». Pocos locales, pocos jóvenes, pequeña capilla. La preparación había
sido larga a la espera de que en la luz de Dios cada cosa se aclarase y
concretase, y que la divina Providencia dispusiera los medios. Siempre
caminaron naturaleza y gracia en una acción tan sabiamente y suavemente
combinada por el Señor que a menudo no se podía distinguir entre las dos
partes. Conocimiento de cosas y de personas, luz divina, consejo del Director
espiritual, consentimiento y estímulo del Obispo.
La Iglesia dedica este día a la
memoria de san Bernardo, doctor. Este hombre había dominado su siglo político y
religioso; había sabido conciliar la más alta contemplación con el más
movimentado apostolado; fue escritor melifluo y audaz hasta hacerse notar por
los poderosos de la tierra y ser maestro del Papa. Era, pues, un nombre de buen
auspicio para el programa que se debía desarrollar. Poco
después de la función llegaba a Alba la noticia: «¡Murió el Papa Pío X!».
Persuadidos de que se trataba de la muerte de un auténtico gran santo, cuya
exaltación llegaría algún día, nuestra pequeña iniciativa quedaba puesta
también bajo su protección. El pontificado-de Pío X había sido milagroso, desde
la elección a la inmolación. Al día siguiente, la «Gazzetta d’Alba», se hacía
eco de tal confiada convicción, si bien en términos un poco genéricos.
El sensato y recto obispo, José
Francisco Re, que por tantos años gobernó la Iglesia albesa, tomó en brazos, si
cabe expresarse así, la pequeña obra, durante muchos años; hasta que en 1927,
gracias a sus cartas e informes, recibió la aprobación canónica de Roma. Fue el
obispo providencial. El clero albés, casi en su totalidad, vio con simpatía la
iniciativa, animándola, enviando buenas vocaciones y abundante ayuda en dinero.
Es de justicia recordar a los vicarios foráneos de entonces, a muchos otros
párrocos, óptimos sacerdotes y cooperadores seglares: entre todos ellos
sobresale el piadoso y docto canónigo Francisco Chiesa. La Familia Paulina les
expresa su reconocimiento, y a todos les hace partícipes del fruto de las 2400
santas Misas aplicadas cada año por los bienhechores.
El más vivo agradecimiento va a Jesús,
Maestro divino, en su Sacramento de luz y de amor; a la Regina Apostolorum,
Madre nuestra y de todo apostolado; a san Pablo apóstol, que es el verdadero fundador
de la Institución. En efecto, él es el padre, maestro, ejemplar y protector. Él
se ha constituido esta familia con una intervención tan palpable y espiritual
que ni siquiera ahora, reflexionando, es posible entenderla bien, y tanto menos
explicarla. Todo es suyo. De él, el más completo intérprete del Maestro divino,
que aplicó el Evangelio a las naciones llamándolas a Cristo. De él, cuya
presencia es vivísima y sustancial en la teología, en la moral, en la organización
de la Iglesia, en la adaptabilidad del apostolado y de sus medios a los
tiempos; y tal seguirá siendo hasta el final de los siglos. Todo lo movió, todo
lo iluminó, todo lo nutrió; fue el guía, el ecónomo, la defensa, el sostén en
todas las partes donde la Familia Paulina se ha establecido. Bien se merecía la
primera iglesia y la hermosa “gloria” que lo presenta en su apostolado y en su
paternidad respecto a los paulinos.
No ha sucedido como cuando se elige un
protector para una persona o institución. No es que lo hayamos elegido
nosotros; fue, en cambio, él, san Pablo, quien nos eligió a nosotros. La
Familia Paulina debe ser san Pablo viviente hoy, según la mente del Maestro
divino, obrando bajo la mirada y con la gracia de María Regina Apostolorum.
Llegada esta hora –el cuadragésimo
año–, acercándose el gran momento del rendimiento de cuentas, me veo pensativo
y humillado por cuanto el Señor aguardaba y que no se ha hecho. ¿Podrá extrañar
a alguien esta expresión? No debería ser así. La divina Bondad ha acumulado tal
riqueza de gracias y ha abierto caminos tan amplios en la Familia Paulina que
ésta puede y debe hacer mucho más.
Gracia principal: sacerdotes
dignísimos por inteligencia, entrega y fidelidad; discípulos que se lanzan a
nuevas iniciativas; religiosas –Hijas de San Pablo, Pías Discípulas,
Pastorcitas– llenas de celo y activas en tantas direcciones.
Y sin embargo cada uno de nosotros
debe caminar hasta el límite de las fuerzas; hasta poder decir “consummatum
est”. Se obtendrá mucho, a medida de la santidad de cada cual.
Por eso hemos de repetir a menudo el Magníficat
y el Gloria in excelsis Deo.
(Cfr. San Paolo, julio-agosto 1954, en CISP,
pp. 146-149).
Momento de silencio
En 1914, comienzo de la Familia Paulina, almas
generosas y concienciadas de lo que debía hacerse, ofrecieron su vida, y el
Señor se la aceptó. Jovencitos y jovencitas que, con buena orientación,
vivieron de fe y entrega; en parte siguen viviendo y trabajando aún bien; y de
entre los que llegaron ya al premio, recuerdo aquí al P. Giaccardo (primer
Vicario) y a la Hna. Tecla Merlo (Primera Maestra). Dios ha hecho cuanto quería
que se hiciera; no obstante haber sido yo inútil siervo, en vez de ser
constructor.
Pensamiento-guía: la acción se
alimenta en la oración.
Principios directivos son: el espíritu
pastoral, el apostolado litúrgico, los medios de comunicación social para dar
el mensaje de la salvación. Siéntanse todos servidores de la Iglesia según
nuestro voto de fidelidad al Papa.
Respecto a mi pobre persona: el Señor,
también en esto, ha seguido su estilo, que es divino: «Lo necio del mundo se lo
escogió Dios para humillar a los sabios; y lo débil, lo plebeyo, lo
despreciado, se lo escogió Dios: lo que no existe, para anular a lo que existe,
de modo que ningún mortal pueda enorgullecerse ante Dios» (cfr. 1Cor 1, 27-29).
(Cfr. San Paolo, n. 3, marzo-abril 1964, en
CISP, pp. 539-540).
P. Santiago
Alberione, homilía en el cincuentenario de fundación
La fecha del 20 de agosto de 1914,
según las noticias que recibo, se recuerda en todas las Casas con funciones
solemnes, demostraciones, exposiciones, inauguraciones, etc. Pero sobre todo
con preparación y jornadas de oración: de agradecimiento, de alabanza a Dios y
de propósitos para la vida paulina y el apostolado.
¡Cincuentenario! Cabe compararlo al
exordio de un discurso; es la pauta anunciada; ahora el desarrollo con
seguridad. Se han puesto los raíles en las Constituciones, y han sido probadas
y consolidadas experiencialmente. El viaje en el tiempo será feliz si el
Instituto en su conjunto, y cada uno de los religiosos, se moverán siempre
sobre los raíles: humildad y fe.
En Jesús Maestro, Camino y Verdad y
Vida; la protección de María Regina Apostolorum; el ejemplo de san
Pablo, quien más que todos los Apóstoles usó el medio técnico, sus cartas,
unido al de la palabra.
Vivir en pleno y habitual júbilo la
vida religiosa, que preludia a los gozos eternos.
Nuestra vida, tanto para cada uno como
para el Instituto, es una historia continuada de gracias: gracia sobre gracia.
Vida religiosa para santificación y espiritualidad en Cristo; apostolado acorde
con las necesidades de los tiempos; siempre más esplendoroso el horizonte del
cielo, si tendemos siempre a la perfección.
Recuerdo a todos que las obras de Dios
se hacen con los hombres de Dios.
(De San Paolo, N. 6, julio-agosto 1964, en
CISP p. 207 e 210).
Momento de
silencio
Guía.
Después de haber escuchado las "maravillas" que el Espíritu ha obrado
en nuestro beato Fundador, con el ímpetu mismo de María elevemos su Cántico de
alabanza.
Canto del Magníficat.
Guía. Oremos por
nosotros y por cada hermana y hermano de la Familia Paulina. Presentemos al
Señor las necesidades de los apóstoles del siglo XXI y de los destinatarios del
anuncio. Digamos (o cantemos): « Haznos conocer tus caminos,
Señor (o algún otro estribillo adecuado).
«Yo soy la
luz del mundo; el que me sigue no caminará en la tiniebla, tendrá la luz de la
vida» (Jn 8,12). Te seguimos, Maestro y Pastor, en la palabra del Papa y de la
Iglesia. Haznos hijos dóciles y eficaces anunciadores según tu palabra:
«Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en lo
alto de un monte» (Mt 5,14). Oremos (o cantemos). «
«Para mí
vivir es Cristo y morir ganancia» (Flp 1,21). Danos el corazón de Pablo:
intrépido, creativo, lanzado al anuncio para que tu verdad sea conocida hasta
los confines de la tierra, y haznos llegar a ser semejantes a ti (Gál 4,19),
Hijo y Apóstol del Padre. Oremos (o cantemos). «
«Si quieres
ser perfecto…» (Mt 19,21). Maestro y Señor, mira con bondad a los jóvenes y a
las jóvenes que buscan su camino en la vida. Enséñales la «necesidad de orar
siempre y no desanimarse» (Lc 18,1) para que meditando tus palabras y
escuchando tu voz hallen en ti el gozo de darse a los demás, llevando tu
Espíritu en el propio cuerpo (cfr. 1Cor 6,20). Te rogamos en particular por las
vocaciones que quieres dar a la Familia Paulina. Oremos (o cantemos). «
Te damos
gracias por las abundantes riquezas que has sembrado en nosotros, en la Iglesia
y en el mundo a lo largo de estos cien años de vida apostólica de la Familia
Paulina. Concédenos ser un solo cuerpo y un solo espíritu en ti para dar a
conocer con eficacia y espíritu pastoral tu multiforme sabiduría a las mujeres
y a los hombres de nuestro tiempo con los lenguajes de nuestro tiempo. Oremos
(o cantemos). «
Hoy miramos
al futuro, nos lanzamos adelante en el espíritu del apóstol Pablo. Te pedimos
amarte con toda nuestra mente, con todo nuestro corazón y toda nuestra voluntad
para llegar al «vivit vero in me Christus», meta y premio del hombre de
Dios completo y bien preparado para toda obra buena. Oremos (o
cantemos). «
Te pedimos
por los hermanos y hermanas que llamaste ya al descanso eterno tras haber
trabajado en la obra paulina de la evangelización. Dales el premio prometido a
los buenos apóstoles, concédeles tu luz eterna. Oremos (o cantemos). «
(Espacio para intervenciones
espontáneas).
Padre nuestro…
Guía. Renovemos
la invocación que el beato Alberione entregó a los primeros muchachos en Alba.
Renovemos nuestra confianza en el Maestro que nos llama a la santidad en el
anuncio del Evangelio con los lenguajes más actuales de la comunicación.
Canto del Pacto
Oración conclusiva
Acto de
encomienda a san Pablo
Te damos
gracias y te alabamos, Padre santo, por haber inspirado a tu siervo, el beato
Santiago Alberione, darnos a nosotros, sus hijos e hijas, al apóstol Pablo como
padre, modelo y protector.
Tú lo
escogiste y elegiste para que anunciara a todos los pueblos de la tierra el
Evangelio de la salvación, que es tu Hijo crucificado y resucitado. Para ello
le colmaste de dones y de carismas y encendiste en él la llama viva de tu amor,
que le empujó a hacerse todo a todos, gastándose y desgastándose sin medida con
la palabra y los escritos al fin de ganar para Cristo el mayor número de
hermanos.
Míranos, oh
Padre, ahora cuando, en el primer centenario de fundación de nuestra Familia
religiosa, advertimos la invitación apremiante de tu Espíritu a agradecerte las
abundantes riquezas de tu gracia y a lanzarnos con renovada decisión tras las
huellas de tu Apóstol.
Enraízanos,
como él, en el amor de tu Hijo para aprender a vivir de Él, por Él, en Él.
Vence nuestras resistencias y miedos y danos el corazón de Pablo para que,
consagrados al apostolado, hagamos todo lo posible por que ningún hombre de
nuestro tiempo quede privado de la gracia del Evangelio.
A ti,
Apóstol de Cristo Señor, nos encomendamos en esta hora solemne con plena
confianza y en tus manos ponemos nuestros deseos y nuestros proyectos.
Guíanos,
protégenos, inspíranos, corrígenos, mantennos unidos contigo al Señor nuestro
Jesucristo para que también nosotros aprendamos a vivir en honor, alabanza y
gloria del Padre, por medio del Hijo, en la gracia del Espíritu Santo. AMÉN.
Canto Scio cui
crédidi